martes

Concurso de relatos "Dar teta es dar vida". Relatos participantes

EXPERIENCIAS




Fotografía realizada por Carin


Desde que me quedé embarazada, no hacía más que escuchar y leer en todas partes aquello de “dar el pecho es lo mejor”. Me informé lo que pude, fui a las clases preparto del centro de salud, me fijaba en cuantas madres veía dando el pecho a sus bebés...leía todo lo que caía en mis manos sobre ese tema. Decidí que intentaría dar el pecho a mi futuro bebé, ya que siendo lo mejor para él, iba a ser la mejor elección. Lo que no sabía era que no iba a ser un camino de rosas...pero no por la lactancia en sí, sino por la cantidad de obstáculos que iba a encontrar en mi camino.

Tras el parto, no me separaron de mi bebé, y una matrona me ayudó enseguida a colocarle al pecho. Me indicó como tenía que hacerlo, tomó a mi bebé por su cabecita, mi pecho con la otra mano, y le introdujo el pezón en su boquita. Más tarde me enteré de que esto no es demasiado conveniente, ya que es preferible que sea el bebé quien se enganche, pero lo pasado, pasado está.

Después de esa primera toma, mi bebé se durmió y apenas hizo un par de tomas más en 24 horas. Algunas matronas y enfermeras pasaban y me decían que eso es normal, otras por el contrario me decían que tenía que espabilarle y obligarle a mamar más. Al día siguiente estaba más despierto, pero aún así le costaba engancharse. Yo no sabía si eso era normal, si debía meterle el pezón en la boca como hizo la matrona tras su nacimiento, o si era mejor acercarle el pecho y que mamase si tenía hambre. Además, cada vez que se enganchaba, comenzaba a tener dolor, como si me estuviese mordiendo. Cada vez que pasaba una enfermera se lo comentaba, y cada vez recibía una respuesta
diferente.

En algunos casos me recomendaban usar pezoneras, en otros casos sacarme leche con el sacaleches y dársela con un biberón, en otros casos llegaron a decirme que el dolor era normal, que los pezones “se tienen que curtir” y que “la lactancia siempre duele al principio” Así que yo ya no sabía si lo que me estaba pasando era normal o no. El caso es que cuando nos fueron a dar el alta, nos dijeron que había perdido bastante peso, casi el diez por ciento, y que además tenía la bilirrubina alta. Así que nos fuimos a casa...sin el bebé, que tuvo que quedarse ingresado para recibir fototerapia.

Me recomendaron sacarme la leche con un sacaleches, pero aunque me
permitían entrar a verle a determinadas horas, apenas me dejaban ponerle al pecho, porque dejaba de recibir la luz de las lámparas. Además, una de las enfermeras me dijo que si le daba “tanto”pecho luego no se le iba a tomar el biberón que ella le había preparado, y que si les cogemos “tanto”
en brazos, luego a ellas (las enfermeras de la neonatal) les lloran los bebés.

Los dos días que pasó allí ingresado fueron muy duros, muy cansados, y sobre todo, muy tristes. Te haces a la idea de que tras el alta te irás a casa con tu bebé, y comenzarás una nueva vida con él...me veía entrando en casa
con mi hijo en brazos, sentándome en el sofá para amamantarle, y ¡tantos planes! Pero debíamos esperar.
Tras la vuelta a casa, pensaba que todo iría mejor, aunque estuvimos varios días en los que le costaba cogerse al pecho, y yo notaba dolor cuando se enganchaba. Intenté mil veces corregir la posición, ya que lo había leído en muchas ocasiones y sé que se insiste en ello. Intenté también que abriese más la boca, aunque parece que le costaba mucho...las tomas eran muy largas, y no siempre conseguía que se prendiese bien al pecho. Más adelante me enteré que mi bebé tenía una dificultad a la hora de mamar, ya que tenía la lengua con un frenillo, que no se le detectó en el hospital ni más adelante en el pediatra.

En el grupo de lactancia nos derivaron a un pediatra que supiese valorar estos casos, y tras una breve intervención, que no duró más allá de medio minuto, regresamos a casa. La diferencia fue apreciable, ya que comenzó a engancharse al pecho con muchas menos dificultades, y por fin comenzamos a ver que iba ganando peso de manera adecuada.

En el grupo de lactancia además supe lo que son los brotes de crecimiento, que todo el mundo a mi alrededor insistía en que eran cólicos y debíamos tratarlo con los más diversos remedios. Fueron unos días duros, para poner a prueba la paciencia, pero salimos adelante y se pasó. Allí también, de boca de otras mujeres que habían pasado por la misma experiencia, supe que las molestias que tenía en el pecho al amamantar no eran normales, es decir, que la lactancia no ha de doler.

A partir de ahí, me ayudaron a buscar un equipo sanitario actualizado en el tema, a través del cual se me realizó un análisis de leche y se pautó el mejor tratamiento para mi caso. El dolor al enganche desapareció pasadas un par de semanas.

Ahora nuestra lactancia va viento en popa...exceptuando las veces que he de escuchar que pasado X tiempo la leche materna no alimenta (vaya, debemos ser los únicos mamíferos cuya producción de leche tiene fecha de caducidad), o que ya es vicio (vicio serán otras cosas, mire usted, pero los lactantes hacen eso, lactan) Es curioso como a nadie le sorprende ver a un niño de dos años tomando un biberón, pero la cantidad de reacciones que desencadena ver a otro niño de la misma edad tomando leche...de su madre. Es curioso también ver cómo estando en el tiempo que estamos, con recursos para informarse al alcance de cualquiera, aún se siguen desconociendo las recomendaciones ya no solamente de la OMS, sino de la Asociación Española de Pediatría.

Este año el lema de la Semana Mundial de la Lactancia Materna es “¡Comunícate! Lactancia Materna una experiencia en 3D”, referido a la tercera dimensión de la lactancia, además del tiempo y el espacio: la comunicación. Podemos hacerlo por vías tradicionales o por medios más modernos
como internet, pero en cualquier caso, la comunicación es esencial para la lactancia. Tanto para compartir experiencias y dudas entre iguales como para ampliar información entre diversos sectores, de cara a la promoción y la protección del amamantamiento. Por todo esto he querido dejar
aquí mi granito de arena y relatar esta historia, con la que puede que más madres puedan sentirse identificadas.

ERIN

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